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Por Pepe Morales: Noche del viernes, 19 de julio de 2019, algo movidilla por la alegría de
reencontrarnos después del algún tiempo con los amigos de Tenerife y los
múltiples brindis efectuados por ello, entre el bien dispuesto asadero sito en
El Refugio, de La Cruz de Tejeda.
Nos fuimos desperezando y dispuestos en los alrededores del Parador
Nacional de Tejeda, bajo la impávida y filosófica mirada del señor del burro,
que ha visto de todo en años.
Ya era todo un espectáculo contemplar las motocicletas, cada una con su
historia narrativa propia y compartida gustosamente por sus afortunados propietarios.
El incansable Miguel no paraba de hacer fotos, como ya es tradicional en
él.
Costaba reagruparnos alrededor de de La Cruz, para la foto recuerdo, pero
finalmente se consiguió.
Comienzo de la ruta sabatina, por la carretera de Llanos de la Pez,
descenso del Roque Nublo para la prueba de eficacia de frenos y parada tradicional en el surtidor de
Tejeda.
Repostaje propio de gasolina y aceite, pues los dos tiempos beben lo suyo
y no es cuestión de “trancar” un motor por lubricación deficiente.
Cuarenta y cinco motocicletas ocupan lo suyo, tanto que nos apropiamos
del estacionamiento de la guagua GLOBAL, bueno y por cuestión de tamaño…nos
retiramos un poco.
La segunda parada estaba prevista en el otro pueblo cumbrero de Artenara,
ubicado a 10 km por una preciosa carretera, dejando por la izquierda los
profundos barrancos que llegan hasta la Aldea de San Nicolás, glosados por
Unamuno.
Intentando buscar sombra para las motocicletas y nosotros en las terrazas
aledañas, pues el sol calentaba lo suyo.
Grupos de turistas sacando fotos, impagable publicidad para nuestra isla.
Después del refrigerio, dirección Valleseco para la siguiente para en El
Balcón de Zamora y su amplio aparcamiento.
Una neblina salvadora merced a los alisios, contribuyó a refrescarnos, en
panorámica de postal del bonito pueblo de Teror.
En incansable charla de nuestro tema preferido, se hacía la hora del
almuerzo, ruteando hacia el Restaurante Mesón Los Chorros, en Firgas,
empequeñeciendo el hueco reservado para nosotros.
Después del ágape era hora de descansar en El Refugio, nombre más que apropiado
cuando el cuerpo pide reposo, logrando aparcar todas las motos de manera
increíble.
Otra vez la parrilla en marcha y buenas cervezas de grifo y vinos, que ya
no había sino que encontrar el camino hacia las habitaciones y buhardillas,
aunque alguno tenía el GPS desconectado esa noche.
El Teide vislumbrado en perfecta visibilidad, lo que tranquiliza mucho a
nuestros apreciados amigos “notas”.
Domingo por la mañana bien aprovechado, con parada en Degollada Becerra y
foto de grupo.
Proseguimos hasta El Pico de Las Nieves, vislumbrando la cuenca de Las
Tirajanas, con San Bartolomé y Santa Lucía como referentes.
Próximas paradas: Ayacata y Roque Bentayga, con el tiempo algo justos,
porque algunos compañeros tenían el barco a las 16,00 h. y la paella
manufacturada por Pepe y su personal consejera Pili estaba a punto.
Con la entrega de los premios del sorteo y agradecimientos a Miguel por
sus fotos, Álvaro Trujillo y Gloria del Club Veteramoto por su incansable
colaboración, a Juan Manuel por su hospitalidad sonriente y Ángel por su
maestría demostrada en la parrilla y como experto maestro tirador cervecero.
Agradecimiento a la organización con Cristóbal, Paco Quintana y Fili. Igualmente a todos los participantes que han aportado positividad a esta edición y
¡vamos encaminados al décimo aniversario en 2020! Las fotos del encuentro, ya en una de nuestras galerías …
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